Esta vez es en Estados Unidos -su país de origen- donde Intel está demostrando lo profundos que son sus problemas.
Desde hace casi un año, Intel va de mal en peor, y aunque las últimas semanas han traído algunas noticias casi tranquilizadoras tras los catastróficos resultados financieros del segundo y tercer trimestre de 2024, está claro que nada es sencillo para el grupo estadounidense. El pasado mes de septiembre, supimos que la dirección de Intel había "dejado en suspenso" el proyecto de gigafactoría alemana, que debía marcar el desarrollo de la compañía en Europa. Al mismo tiempo, otras futuras estructuras vinculadas a este megaproyecto fueron canceladas en el Viejo Continente... a la espera de tiempos mejores.
Se suponía que las cosas iban a ir muy bien en Ohio © Intel
Sin embargo, puede que los días en cuestión no estén tan lejos, ya que hoy nos enteramos de que Intel pone en entredicho otro gran proyecto, esta vez en Estados Unidos. El 'Silicon Heartland' pretendía impulsar la capacidad de producción de Intel en el país del Tío Sam ampliando su presencia en Ohio. Las obras se iniciaron incluso en 2022, pero ya en marzo de 2024 teníamos detalles de un retraso en la primera fase de este faraónico proyecto: su finalización no estaba prevista hasta 2027-2028. Al final, el retraso será mucho mayor. Intel explica ahora que la primera fase debería completarse dos o tres años después, en 2030, y que los primeros chips saldrían hacia 2030-2031. Lógicamente, la segunda fase se retrasará aún más, con la finalización prevista para 2031 y el inicio de la producción en 2032. Tiempo de sobra, por supuesto, para que estos planes se revisen por completo... ¡o incluso se cancelen!
